De la crítica a la filosofía del arte. Carta de Lucio Fontana a Juan-Eduardo Cirlot. |
Hoy os recomiendo un libro que es una auténtica maravilla de leer, De la crítica a la filosofía del arte, una selección de la correspondencia entre el crítico Juan-Eduardo Cirlot y figuras como Lucio Fontana, Piero Manzoni y por supuesto los principales artistas del informalismo español, Antonio Saura, Modest Cuixart, Millares...
Las cartas se corresponden al periodo en el que Cirlot se dedicó más intensamente a la crítica de arte, entre 1957-1963. Al leerlas, sorprenden especialmente dos características en la forma en cómo Cirlot abordaba la crítica de arte, si bien por un lado su metodología procuraba ser científica y objetiva, exigiendo el máximo de información sobre la evolución del trabajo de los artistas sobre los que iba a escribir y solicitando siempre fotografías y cronologías exactas, por el otro, y en paralelo a lo científico, convivía la magia que el crítico le otorgaba a la obra de arte, a la presencia física del objeto artístico, el cual según él tenía la capacidad de transformar el mundo interior del observador.
En Cirlot, llama la atención la capacidad de observar y leer una obra de arte en sí y por sí misma, y la necesidad de la presencia física de la obra de arte, de relacionarse y medirse con ella para llegar a comprender, -no es un problema intelectual-, le dice a Manzoni cuando le solicita una obra suya, -sino de comunicación y emoción-. Tan intensa y especial era la relación del crítico con la obra de arte que incluso soñaba con ellas, como le confiesa a Fontana en una de sus cartas.
Las cartas se corresponden al periodo en el que Cirlot se dedicó más intensamente a la crítica de arte, entre 1957-1963. Al leerlas, sorprenden especialmente dos características en la forma en cómo Cirlot abordaba la crítica de arte, si bien por un lado su metodología procuraba ser científica y objetiva, exigiendo el máximo de información sobre la evolución del trabajo de los artistas sobre los que iba a escribir y solicitando siempre fotografías y cronologías exactas, por el otro, y en paralelo a lo científico, convivía la magia que el crítico le otorgaba a la obra de arte, a la presencia física del objeto artístico, el cual según él tenía la capacidad de transformar el mundo interior del observador.
En Cirlot, llama la atención la capacidad de observar y leer una obra de arte en sí y por sí misma, y la necesidad de la presencia física de la obra de arte, de relacionarse y medirse con ella para llegar a comprender, -no es un problema intelectual-, le dice a Manzoni cuando le solicita una obra suya, -sino de comunicación y emoción-. Tan intensa y especial era la relación del crítico con la obra de arte que incluso soñaba con ellas, como le confiesa a Fontana en una de sus cartas.
La de Cirlot es una sensibilidad hacia el arte fuera de lo común, que consigue ir más allá del contexto cultural y social al que pertenecía, puesto que no sólo comprendió y defendió críticamente el informalismo sino que fue capaz de intuir la importancia que la obra de Piero Manzoni, inventiva y alegre como dice él, podía tener para el desarrollo del arte de los sesenta, mientras los tajos de Fontana, aunque formidables, eran propuestas demasiado resueltas en sí mismas. Capacidad de invención y estética es lo que Cirlot admiraba del artista milanés, puesto que a pesar de que el arte actualmente no esté muy interesado en la belleza, es importante recordar que trabaja mediante la sensibilidad y la imaginación sensorial.
Juan-Eduardo Cirlot, De la crítica a la filosofía del arte, Edición a cargo de Lourdes Cirlot, Quaderns Crema, Barcelona, 1997. Precio 16€ en Laie
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