Entrevista con Joan Rabascall

Cuando visitamos una feria de arte contemporáneo, a menudo olvidamos que aquéllo que las galerías procuran vender tiene algún valor más allá del económico. El arte es una herramienta para entender y percibir el mundo y para entender y percibirnos a nosotros mismos.
Durante nuestra visita a París con motivo de la FIAC hemos aprovechado la ocasión para conocer al artista Joan Rabascall (Barcelona, 1935). Su obra, centrada en el análisis de los medios de comunicación -la imagen fotográfica y televisiva- nos confronta de forma crítica con la realidad inmediata. El consumo, la imagen de la mujer o los efectos del turismo sobre el paisaje son algunos de los temas recurrentes en su trayectoria.
Con él hemos hablado del contexto cultural de los sesenta, del grup català de París y del compromiso ético del artista, entendiendo que el poder del arte se halla en su capacidad de análisis del mundo, imprescindible para adoptar un posicionamiento crítico con la realidad, no como espectadores sino como agentes activos en la construcción del presente que vivimos.
 
En el 2009 el MACBA te dedicó la retrospectiva “Rabascall. Producció. 1964-1982”. ¿Qué se siente al encontrarse frente a la propia trayectoria?
Para muchos visitantes, fue un descubrimiento, pero no era la primera exposición en Barcelona, ya había expuesto principalmente en La Virreina y en el Centre d’Art Santa Mònica. La del MACBA fue la primera retrospectiva en Barcelona. Fue una experiencia inédita, la confrontación de ver todo un itinerario, que yo mismo no había visto nunca reunido. Fue muy agradable porque vuelves a visitar una obra que has hecho poco a poco y que se puede ver como un todo, entonces te das cuenta que hay temas que se repiten, que hay ciertas reincidencias, pero la cuestión principal es constatar un recorrido con voluntad de coherencia, que cuando lo ves establecido así dices, para mi… vale ¡funciona! 
 
Para la gente de mi generación fue la ocasión de ver por primera vez tu obra.
En la exposición del MACBA hubo un público curioso y mucha gente joven. Me sorprendió que conectase con mi obra, porque además era una exposición sobre los años 60 hasta los 80… del siglo pasado… me sorprendió de forma agradable, así como la atención que le dedicó la prensa, la verdad es que no esperaba tan buena acogida.

 
Empezaste haciendo clases en el Ateneo Obrero, de allí pasaste a la Massana, me gustaría que me contaras las clases clandestinas de Alexandre Cirici Pellicer en Ronda Sant Antoni
Sí, esto es muy interesante. Los cursos de historia del arte en la Massana terminaban en el impresionismo y como mucho algún –ismo más, como por ejemplo el cubismo y ya no te explicaban nada más, el resto quedaba como un misterio. La cuestión era que los alumnos tenían que hacer arte académico, es decir, para que nos entendamos, la continuación del noucentisme. La militancia política clandestina tenía sus grupillos dentro la Escola y en contacto con ellos te enterabas de cosas que estaban lejos de ser legales, así es como me enteré de este cursillo en ronda Sant Antoni esquina Urgell. Había que yo recuerde tres materias distintas: Historia contemporánea de Coll i Alentorn, Literatura por Joan Triadú y el curso de arte impartido por Cirici Pellicer. Era un curso clandestino, se hacía por la noche. Cirici nos abrió muchas puertas, explicándonos por ejemplo las vanguardias de principios del siglo XX, comparando el arte catalán con lo que se hacía en el mundo occidental, realmente creo que fue determinante para mi evolución posterior. 
 
¿Cuál era la oferta artística de la Barcelona franquista de los sesenta?
Cuando era estudiante en Barcelona intentaba ir a ver todas las exposiciones que podía y normalmente lo más interesante era la Sala Gaspar, donde podías ver Clavé, Picasso, Miró, Tàpies… pero en general el panorama de la época franquista era muy mínimo, y a veces negro, se había dado el caso que un grupo llamado Guerrilleros de Cristo Rey rompían los escaparates de una galería que tenía expuestos grabados de Picasso, porque Picasso estaba maldecido, porque no había vuelto a España y era considerado comunista, contrario al régimen. Ahora que el Guernica está en el Reina parece mentira ¿verdad?
El contraste con París cuando te instalaste gracias a la beca debió ser profundo
Cuando llegabas a París tenías la sensación que todo era más fácil. Era una sociedad que no tenía la pesantez de la española, una pesantez que ahora algunos querrían volver a vivir. Hay que ver las declaraciones de los obispos y algunos militares… y los talibanes de la Constitución! Entonces todo el mundo pensaba en su interior todo lo que quería, pero exteriormente todos hacían lo que se tenía que hacer. La primera sensación en París era que todos hacían lo que querían teniendo acceso a toda la información que pedías: bibliotecas, museos etc. Tenemos que aclarar a las generaciones jóvenes que en la Biblioteca de Catalunya que yo frecuentaba (entonces se llamaba Biblioteca Central) había censura, había libros con rastro en el fichero y que cuando los pedías no aparecían nunca, por no hablar de los libros políticos prohibidos, la censura era amplia desde La República de Platón hasta las obras de Freud…
 
“Cuando Rabascall se instala en París lo hace con la intención de quedarse para siempre”. ¿Realmente fue así?
Te refieres a una frase de Pierre Restany, tal vez un poco exagerada. Realmente París fue y es una plataforma para mí. Cuando me instalé en 1962 fui viajando por Europa, visitando museos, porque el muso de arte moderno de París era pequeño y no era muy completo y aprovechaba cuando podía, haciento autostop (a menudo con Miralda) para poner al día nuestra cultura artística. La primera ciudad fue Amsterdam. Yo sabía gracias a Cirici que en el Stedelijk Museum estaba La Montserrat de Juli González. Actualmente voy viajando según el trabajo que se presenta. La frase de Restany tiene razón no en el sentido sedentario de la palabra, porque París es más bien un punto de encuentro y una plataforma en el circuito del arte internacional. Cuando llegué tenía la intención de pasarme un año o dos y después volver, pero se ha ido alargando… hasta ahora y finalmente tenía razón.
  
Hablemos de Londres, ¿cómo entraste en contacto con lo que se hacía allí, con el Pop británico?
A Londres iba para pasar temporadas, todo un verano a veces, se veía que la ciudad estaba en un momento de ebullición (moda, música, arte) que no se podía comparar con París. En las galerías de París había mayoritariamente pintura abstracta, los Nouveaux Réalistes existían más en el extranjero que en París. En Londres el Pop estaba ya en la actualidad artística, había galerías que exponían cosas más interesantes. En la Tate Gallery podías ver obras de Bacon y en las galerías exposiciones de Richard Hamilton, Allen Jones, Paolozzi o Joe Tilson, a quien por cierto conocí y tuve la ocasión de hablar más de una vez.
 
En París estabas en contacto con los Nouveaux Réalistes, a pesar de no formar parte del grupo. Como denominador común tenías el referente de Marcel Duchamp. Me gustaría que me explicaras porqué la importancia de Duchamp en ese momento.
Duchamp es el primero que pone las cosas claras, es decir, una pintura al óleo no es una obra de arte porque sea una pintura al óleo, lo es si es interesante, si no, no lo es. Una obra de arte puede ser también un objeto escogido de origen industrial, si hay una idea detrás naturalmente, si el artista sabe el porqué lo ha escogido y donde lo coloca. También tiene importancia de cambiar las cosas de contexto por el cambio de significado que eso puede comportar. Prioridad al conceptualismo aún sabiendo que todo es relativo. Actualmente esto se da por descontado, pero antes de que él lo definiera y practicara esto no era así. Su lección está todavía muy presente pero se ha abusado demasiado de sus ideas, adoptándolas superficialmente y formalmente. La tendencia general actual va hacia el arte light.


¿Qué importancia tuvo en tu obra la figura del crítico Pierre Restany?
Yo diría que considerable. Pierre Restany no te marcaba nada, él te dejaba hacer, no era un gurú. A través de él te enterabas de muchas cosas que te interesaban y te daba unos motivos para reflexionar. No era una persona que diera consejos, ni de decir qué tenías que hacer en tanto que artista. Si le pedías un consejo o una opinión te la daba, pero no era partidario de decir lo que tenías que hacer. Tenía un gran respeto por los artistas, y un carácter afable, a pesar de lo apretada que era su agenda, entre nosotros se estableció una especie de larga conversación. El último encuentro fue poco antes de su fallecimiento.
 
¿Cómo entraste en contacto con él?
Fui en su encuentro a raíz de mi exposición en la galería Zunini (1), donde le enseñé lo que hacía y al pedirle un texto me dijo que sí que me lo haría. Fue realmente fácil. No me lo creía, el crítico más importante, el creador de los Nouveaux Réalistes, ¿haría un texto para un artista que hace su primera exposición? Pero así fue. Desde entonces nos fuimos viendo a menudo, siempre que él estuviera en París, porque vivía entre París y Milán, donde era crítico de la revista Domus, y viajaba por todo el mundo.
 
Hoy en día la mercantilización de la obra de arte está muy presente, no sé como era en los sesenta, pero ¿os planteábais que podías entrar en el mercado del arte?
No, no. Hacíamos lo que podíamos. Piensa que en la época no había comisarios ni arquitectos que hiciesen la teatralización de la obra. Era más una relación entre el artista, el crítico, la galería y el museo. Era un circuito muy cerrado. Nosotros éramos gente joven, posiblemente interesantes en la época e íbamos haciendo cosas, hasta que un momento el mercado nos cogió, sin darnos cuenta. 
  
De tu voluntad crítica hacia los medios de comunicación, hacia la sociedad ¿eras ya consciente en los primeros collages?
Sí, desde un primer momento quería darle la vuelta a las cosas. A mí me interesaba el Pop Art, pero el Pop Art americano me parecía que ponía mucho énfasis en el consumo. Era un arte que salía de una sociedad capitalista, en cambio el inglés era distinto, había posibilidad crítica, conectaba más con éste último. Mi intención era utilizar las imágenes de los otros para dar un reflejo de la época en que vivía, un testimonio, y de todas las imágenes que circulaban (periódicos, publicidad, etc.) lo que me interesaba era hacer otra lectura, para salir del condicionamiento que esto comportaba.
 
¿Qué publicaciones utilizabas?
Cualquiera. Yo no compraba nunca periódicos ni revistas, siempre había montones de revistas en los bajos de las casas para tirar. Lo hacía con las revistas que encontraba, realmente las imágenes podían ser de una revista científica o de la revista Elle, eran realmente objets trouvés, que yo utilizaba a mi manera, realizando reciclaje antes que éste término se generalizara...
 
¿Partes de la base de que el arte tiene una función social, ética y moral?
Para mí, la ética y la estética no tiene que estar lejos una de otra, pero para que esto alcance un gran público es difícil. No es una cosa que sea directa del productor al consumidor. Se ve después con la reacción del público a largo plazo. La creación generalmente no es de una difusión inmediata. Exponer en una galería o Museo pone en contacto la obra con centenares, miles o decenas de miles de personas. La función social y ética, si está, es en principio limitada. Tienen que pasar muchas décadas para que llegue a un público más amplio a través de los distintos medios de comunicación.
  
En la serie Paysages Souvenirs de Alemania se ve claramente este compromiso político en relación a la historia reciente de Europa
Esta serie surgió porque fui invitado a hacer un simposio en Neunkirchen, un pueblo muy pequeño en el sur de Hamburgo. Había artistas que venían de Alemania y de Francia y todos teníamos que trabajar con medios fotográficos. Teníamos que hacer un trabajo in situ y yo creía, y aún lo creo que no podemos olvidar nunca lo que pasó en Alemania. Mi trabajo consistió en encontrar el mapa de los campos de concentración nazis y busqué los campos que estaban más cercanos al lugar. Compré postales que vendían en estos pueblos y contrapuse la imagen de lo que quedaba de los campos, que yo había fotografiado, con la imagen idílica que se vendía. Contraste de la imagen banal y la imagen real, en contra del olvido (2)
 
Spain is different muestra una España, la de los últimos años de Franco y de la Transición, que nos hace comprender de manera crítica a las generaciones que por entonces todavía no habíamos nacido, de donde proviene la España actual. ¿Qué vigencia tiene en relación a la situación que estamos viviendo actualmente en el país?
Como decía antes actualmente hay un intento de retorno a la peor época franquista. Hay militares que dicen cosas que en el resto de Europa sería impensable que las pudieran decir sin ser sancionados. La democracia empieza con el respeto a todo el mundo y funciona con la confrontación de ideas y la mayoría que deciden las elecciones, gobierna. Los insultos y amenazas no valen, pero es que esto que llaman Transición no fue transición, fue una continuación (3). El error es patente. No se realizó balance del franquismo, y los herederos de este régimen piensan que aún pueden imponer su voluntad a la fuerza. Naturalmente se equivocan de época.
  
 
La historia del arte ha creado la etiqueta de el grup català de París, del cual te desmarcaste bastante pronto, formaste también parte del arte sociológico pero lo abandonaste. ¿No te gustan las etiquetas, las limitaciones?
El grup català de París es una invención de Cirici, recogida más tarde por Mª Lluïsa Borràs y por Restany, pero también hay críticos que no están de acuerdo con ello. De todas formas nosotros nunca nos pusimos nombre, no llegamos a escoger ningún nombre. Me desmarqué porque pensé que no era mi camino. La evolución de las fiestas no ligaba con la coherencia que quería dar a mi trabajo. En cuanto al arte sociológico soy fundador, sí. Era un grupo muy grande y estuve en su primera reunión. Queríamos que fuera un grupo cerrado y en las primeras exposiciones invitamos a gente de fuera, pero hubo tres individuos que registraron el nombre por su cuenta e hicieron un manifiesto a parte y empezaron carrera bajo ese nombre. El arte sociológico me interesaba porque se podía incluir artistas que hacían arte sociológico, crítico, político, sin pensar en el mercado... Era después del mayo del 68, un momento muy interesante, pero el arte sociológico que han hecho los tres que robaron el nombre ya no me interesaba, y además era un grupo cerrado, lejos de lo que habíamos imaginado.

En tu obra has hecho crítica a los medios de comunicación, empezando por la prensa escrita y más tarde la televisión. ¿Cómo ves actualmente la situación de los Media, ahora que la televisión está siendo substituida por Internet?
La televisión se ha acabado, al menos tal y como la hemos conocido en la segunda mitad del siglo XX. Cuando empezó Internet ya pasó a ser un medio del pasado, Internet es más interactivo y tiene muchísimas posibilidades. La televisión inició un cambio porque ya a finales del siglo XX hubo intentos de que la televisión fuera interactiva, pero la televisión en principio no lo es, cada canal te envía la información y tu la recibes y punto. Aprovechándose de Internet y de la telefonía móvil se ha vuelto más interactiva y algunas emisiones reciben preguntas por Internet y por teléfono móvil. La TV seguirá su camino, pero Internet se la está comiendo. Pero debemos pensar, por ejemplo, que la telefonía móvil no ha desbancado completamente al teléfono fijo.
 
¿Y la televisión que tú criticabas?
No, no, la crítica continua, porque en las emisiones de televisión quién manda es quién paga, sea el Estado o una compañía privada, por tanto todo es criticable, como antes.
 
En cuanto a las redes sociales, éstas también están cambiando la relación del público con los medios de comunicación y con la propia información, a la cual nunca habíamos tenido tanto acceso a pesar de pasar sobre ella sin profundizarla demasiado.
Esto de Twitter, Facebook... son instrumentos muy importantes y interesantes, como podía haber sido la televisión y no lo fue. Pero tengo la sensación que se quedan mucho en lo superficial. Lo más interesante de estas redes sociales es el poder de movilización, por ejemplo, antes para convocar una manifestación era a base de octavillas o alguna llamada, ahora en cambio al momento tienes millones de personas conectadas. Como factor de cambio de opinión son muy importantes y actualmente ya pesan en las campañas políticas. Dicho eso, abunda la superficialidad y el chafardeo inútil, y como fenómeno de masas interesa sobretodo a los publicitarios.


¿Continúas trabajando desde el espíritu crítico hacia los medios de comunicación?
Sí, naturalmente. De hecho la última obra que he realizado para una exposición del Instituto Francés de Sevilla, que pidió a artistas franceses y españoles hacer una obra que fue enviada por Internet y que ellos han impreso y ahora es una exposición itinerante (4). La obra que he enviado hace referencia a los medios de comunicación, se llama Del Big Bang al Big Brother, lo que me interesaba era poner el acento en el tema de los enchufes, porque estamos todo el día pendientes.
 
¿Qué te ha parecido la edición de la FIAC de este año?
Cada vez más las ferias son como las Galeries la Fayette, con objetos de super-lujo para comprar, pero está todo tan mezclado que el que no tiene una mínima idea de la historia del arte contemporáneo y no sabe elegir un poco las cosas, aquello es un caos, excepto algunas galerías que han hecho exposiciones monográficas, pocas. Una feria es un mercado y por tanto hay especulación, se tiene que hacer la diferencia entre el valor de cambio y el valor de la obra por si misma.


Notas:

     (1) Exposición Collages en la Galería Zunini Paris, 1966.
     (2) Paysages Souvenir presentada en la exposición Foto-Film-Video, Galerie Falazik,
          Neuenkirchen y después, exposición itinerante Alemania-Francia, 1975. La serie fue también
          seleccionada para la exposición Face à l'Histoire, Centre Georges Pompidou, 1996, entre otras.
     (3) "Debe cambiar todo para que nada cambie", decía el personaje principal, en Il Gattopardo de
          Giuseppe Tomaso di Lampedusa, Ed. Feltrinelli (1958). Id. en Il Gattopardo film de Luchino
          Visconti, 1963.
     (4) Exposición De paso en la Tierra / De passage sur terre, Instiuto Français, Sevilla. Itinerante
          España-Francia, 2012/2013.

Camila y el Arte

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