Me gusta entrar por el Mercado de la Boqueria desde el carrer de les Cabres. Hace tiempo, no sabría decir cuánto, que dejé de hacerlo desde su entrada principal, desde las Ramblas. La semana pasada tras visitar la exposición del programa BCN Producció en La Capella repetí el gesto de forma casi inconsciente: desde el carrer de l'Hospital girar la esquina por el callejón angosto y oscuro del carrer de les Cabres para entrar al mercado desde el lateral. A veces la calle huele mal, a basura y orín, olores que la entrada principal neutraliza para ofrecer una cara higiénica que invite al consumo del principal cliente del mercado: el turista merluzo.
El mercat de la Boqueria. Barcelona. Foto: Aaron Torino Copyright 2010 IES Abroad |
En agosto la dimensión turística de la Boqueria alcanza su cenit, las paradas (pocas) destinadas a la venta de mercancías que sirven para alimentar a la vez que simbolizar nuestra cultura, están cerradas por vacaciones. Visitar la Boqueria en estas fechas es adentrarse en un paisaje de papayas y frutas con forma de erizo tropical, de productos importados, plastificados, triturados, que no se pudren y atrapan con sus colores chillones al turista que viene a Barcelona porque la ciudad, sus gentes y su estilo de vida son el reflejo no ya de una cultura, sino de una marca, la misma que debería reflejar el nombre del museo que se alza en la montaña-símbolo de la voluntad que ha convertido a Barcelona en modelo de gestión de la industria turístico-cultural. Porque hubo un día en que la cultura dejó de ser creada para pasar a ser gestionada, el mismo día en el que se consideró que era parte de una industria, y como tal debía ser tratada según las reglas del mercado.
Le Centre Georges Pompidou (Museum) 2011© Jacques Grandclaude – iMotion Films - Studio L’EQUIPE – Studio Francis Diaz, 2011 |
Este cambio de status fue el que debió percibir Roberto Rossellini cuando por encargo del Ministerio de Asuntos Exteriores francés rodó la que sería su última película, Le Centre Georges Pompidou, sobre el equipamiento cultural del Beaubourg. Para quien había renunciado al artificio cinematográfico para mostrar la realidad y para quien el papel del arte era el de clarificar las cosas y hacer comprensible al hombre el propio hombre, el proyecto del Pompidou bajo el democrático lema del "cultura para todos" conllevaba a su vez el resultado de un modo de entender la cultura como eslogan, el arte como producto semi-digerido listo para ser comercializado cuando en realidad su finalidad debería ser bien otra: la de liberar al ser humano de sus condicionamientos. La cámara de Rossellini muestra la reacción y relación del público con el arte, así como la del contenedor de este arte, el edificio de Renzo Piano y Richard Rogers con el entorno urbano, el proyecto moderno contra el tejido histórico y social de un barrio que había crecido alrededor de Les Halles, un paisaje que ya sólo existe en las novelas de Émile Zola y Victor Hugo, o en el decorado de cartón piedra de Irma la Dulce.
Tampoco existe ya el Conical Intersect que Gordon Matta-Clark realizó por la misma época en un edificio adyacente al Pompidou, ni éste ni ninguna de las intervenciones que practicó en edificios que el valor inmobiliario condenó a su desaparición desde el momento de su concepción. En su relación con el espacio urbano, el trabajo de Gordon Matta-Clark no arrasa ni desvientra, pero sí deconstruye edificios para mostrarnos a través de elementos como la luz, el vacío y su relación con el espacio la ampliación de los límites de lo posible y una nueva mirada sobre aquellos lugares que forman parte de nuestro entorno diario.
Vista de de la exposición de la Col·lecció MACBA, Le Corbusier/Matta-Clark/Rosssellini, Barcelona 2012. Foto: Camilayelarte |
Gordon Matta-Clark, Office Baroque, 1977
© Estate of Gordon Matta Clark, VEGAP, Barcelona, 2012 Foto: Vanessa Miralles |
Un mismo paisaje, un mismo contexto que provoca distintas lecturas, la de Rossellini y Gordon Matta-Clark con respecto al proyecto del Beaubourg, o la de Le Corbusier y Jean Genet ante la condición urbana del Raval de los años 30. Un lugar únicamente insalubre para el primero, estimulante y vibrante para el segundo, una visión dual de lo que debe ser una ciudad: homogénea y racionalmente planificada o heredera de su pasado y canalla. Dos modelos yuxtapuestos que sirven al MACBA como eje vertebrador para mostrar su colección, un discurso sin respuestas ni verdades dadas, que no responde a un eslogan y todavía menos a la idea de una ciudad como marca, hablar de arte y su condición urbana traspasando las paredes de la institución y colándose por el carrer de les Cabres.
Col·lecció MACBA: Le Corbusier / Matta-Clark / Rossellini
MACBA
Hasta el 21 de octubre de 2012
Plaça dels Àngels, 1
08001 Barcelona
Col·lecció MACBA: Le Corbusier / Matta-Clark / Rossellini
MACBA
Hasta el 21 de octubre de 2012
Plaça dels Àngels, 1
08001 Barcelona
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