Lo visto en el Gallery Weekend de Berlín: Schöneberg

Si Kreuzberg es el barrio de las galerías bien asentadas, el de Schöneberg es el de las jóvenes en alza. Con una arquitectura que nos ayuda a reconstruir el Berlín que un día fue, este es el barrio en el que nació y está enterrada Marlene Dietrich. Lo mejor de lo ofrecido por el Gallery Weekend lo hemos visto aquí, con el añadido de que muchas galerías pequeñas y emergentes han programado una ruta paralela a la oficial con señales en el suelo que amplían todavía más la oferta expositiva.

Matt Mullican, Galería Klosterfelde Editions , 2012. Foto: Camilayelarte
Matt Mullican, Two into One becomes Three, Galería Klosterfelde, 2012. Foto: Camilayelarte
Matt Mullican, Two into One becomes Three, Galería Klosterfelde, 2012. Foto: Camilayelarte

A diferencia de las otras galerías, las de Schöneberg han apostado por exposiciones colectivas o comisariadas, la más arriesgada y freaky (para que negarlo) la organizada por Isabella Bortolozzi con el prometedor título The Big inexplicable Paravant Illusion. Distribuida en dos ambientes, el de la galería y en el jardín posterior del edificio, la exposición parece más bien una viaje de iniciación a lo Alicia en el País de las Maravillas con un punto y final más propio de una película de David Lynch. No entendí nada y creo que no me gustó, pero me parece importante mencionar que precisamente la sensación que me produjo fue esa.

The Big inexplicable Paravant Illusion, Galería Isabella Bartolozzi, 2012. Foto: Camilayelarte
The Big inexplicable Paravant Illusion, Galería Isabella Bartolozzi, 2012. Foto: Camilayelarte
The Big inexplicable Paravant Illusion, Galería Isabella Bartolozzi, 2012. Foto: Camilayelarte
En las antípodas al planteamiento de la Bortolozzi, la propuesta de la Galería Klosterfelde, con el proyecto de Matt Mullican Two into one becomes Three, la mejor con diferencia de todo lo que vimos en Berlín. De hecho la exposición también se desdobla en dos espacios expositivos, el dedicado a la venta de obra gráfica y el de la propia galería. En este último, el universo amarillo de Mullican, el del arte y el conocimiento, se expande en una instalación site-specific a base de 70 paneles individuales cuyo resultado es totalmente teatral. En un espacio que por sus características se aleja del clásico whitecube, el público se adentra en una cosmología construida con la iconografía de las cerámicas de farmacéutica del siglo XVIII y de los grabados de la Encyclopedie junto con los pictogramas típicos de Mullican.

Katharina Grosse, They Had Taken Things Along To Eat Together, Galería Johann König, 2012. Foto: Camilayelarte
Katharina Grosse, They Had Taken Things Along To Eat Together, Galería Johann König, 2012. Foto: Camilayelarte

Katharina Grosse, They Had Taken Things Along To Eat Together, Galería Johann König, 2012. Foto: Camilayelarte

Igualmente escenográfica es la exposición de Katharina Grosse en la galería Johann König. El espacio de la galería acoge la explosión de color de un enorme volumen que cuestiona los límites de la pintura y la escultura en relación al espacio arquitectónico. Un sofá y una alfombra vienen a complementar la instalación que a pesar de transmitir esta idea de expansión también juega con el de la ausencia a través de las huellas de vacío presentes en las paredes de la galería.

Dominique Gonzalez-Foerster, Return To Noreturn, Galería Esther Schipper, 2012. Foto: Camilayelarte
Dominique Gonzalez-Foerster, Return To Noreturn, Galería Esther Schipper, 2012. Foto: Camilayelarte
Dominique Gonzalez-Foerster, Return To Noreturn, Galería Esther Schipper, 2012. Foto: Camilayelarte
Dominique Gonzalez-Foerster, Return To Noreturn, Galería Esther Schipper, 2012. Foto: Camilayelarte
La otra gran propuesta que le hace la competencia de Klosterfelde es la de la galería Esther Schipper con una relectura de la exposición TH.2058 que Dominique González-Foerster presentó en la Turbine Hall de la Tate hace un par de años. En Return to noreturn, la artista juega con la desestructura de la linea temporal narrativa  y nos presenta elementos de la exposición de la Tate, como ahora las literas junto con el catálogo editado en su momento y el libro Dublinesca de Enrique Vila-Matas publicado posteriormente a la exposición en la Tate pero donde se hace referencia a aquélla. Dos filmes, Noreturn y Romilly reflexionan sobre la idea del viaje aunque no se sepa si a un futuro 2058 o a un pasado 2009, año de la exposición en la Tate. Este viaje es una metáfora de lo que supone visitar una exposición, un poco un viaje a ninguna parte, suspendido en este caso en un punto de no retorno.

Camila y el Arte

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