Antes que nada decir que mi visita el pasado domingo a la exposición Camps invisbles en el Arts Santa Mònica se vio condicionada por una inoportuna contractura muscular que me ha tenido en la cama unos cuantos días. No es que me hiciera la contractura viendo la exposición o interactuando con las instalaciones de la misma, ya la llevaba de antes, así que para formarme una sólida opinión tendré que volver a repetir la visita. A pesar de ello trataré de daros mi primera impresión.
Camps invisibles es una exposición a la que hay que acudir sano y con ganas de algo muy distinto a los habituales discursos expositivos. José Luis de Vicente y Honor Harger han comisariado un proyecto que reflexiona entorno a un fenómeno en el que no pensamos (al menos yo) y sin embargo está constantemente presente en nuestras vidas, determinando nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos con el mundo.
Camps invisibles es una exposición a la que hay que acudir sano y con ganas de algo muy distinto a los habituales discursos expositivos. José Luis de Vicente y Honor Harger han comisariado un proyecto que reflexiona entorno a un fenómeno en el que no pensamos (al menos yo) y sin embargo está constantemente presente en nuestras vidas, determinando nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos con el mundo.
Las ondas de radio y los rastros electromagnéticos que nos rodean son el tema que aborda la exposición desde distintas vertientes, la científica, la sociológica y la artística. Estos tres niveles de lectura se entrecruzan en los proyectos expuestos y tratan de hacer visible la estructura que posibilita la actual sociedad de la información. Como no estaba en condiciones de experimentar no pude dedicarme a la sección laboratorio y más sensible a lo artístico que a lo científico como soy, me dediqué a observar los paisajes hasta esa fecha invisibles y materializados por la obra de Timo Arnall, descubriendo que puede haber poética tras el WiFi.
En Observatorio de Clara Boj y Diego Díaz no sólo vemos los WiFi landscapes ocultos en los espacios urbanos, como el que nos muestran en el pequeño trozo de Les Rambles que hay enfrente del Arts Santa Mònica, sino que también nos hacen reflexionar sobre las políticas que los municipios podrían adoptar para que las redes fueran gratuitas y accesibles a todos. Más política escondida tras las ondas encontramos en Radio Liberty de Job Ramos, en una instalación que toma como referencia las famosas antenas de Pals.
Clara Boj y Diego Díaz, Observatorio, 2008. Foto: Camilayelarte |
En Observatorio de Clara Boj y Diego Díaz no sólo vemos los WiFi landscapes ocultos en los espacios urbanos, como el que nos muestran en el pequeño trozo de Les Rambles que hay enfrente del Arts Santa Mònica, sino que también nos hacen reflexionar sobre las políticas que los municipios podrían adoptar para que las redes fueran gratuitas y accesibles a todos. Más política escondida tras las ondas encontramos en Radio Liberty de Job Ramos, en una instalación que toma como referencia las famosas antenas de Pals.
Tal vez la más llamativa de las instalaciones de la exposición sea Frequency and Volume muy espectacular porque reproduce nuestra sombra sobredimensionada en una pantalla blanca y nos convierte en antena, sintonizando radios y frecuencias a según de nuestros movimientos. Detrás de lo espectacular y teatral de esta instalación de Rafael Lozano Hemmer, se esconde una lectura no menos política puesto que el proyecto trata de fijar la atención sobre quién ejerce el control sobre el espectro radio-eléctrico, sobre cómo el gobierno puede decidir qué se escucha y qué no. A pesar de mi visita a medias puedo decir que salí del Santa Mònica creyéndome poder percibir algo de lo que hasta la fecha ni me había planteado.
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