De pequeña tenía una amiga muy pudiente que poseía una casa victoriana en miniatura, de esas que reproducen cada detalle de la vida doméstica a la perfección: que si la vajilla del té, el rollo de papel de váter, los cojines, en fin, cuanto más pequeño y cotidiano era el detalle reproducido mayor era la admiración que me producían.

Ya de mayor, siempre me ha parecido un poco kitsch el gusto por la reproducción de  los microcosmos victorianos pero aún así debo reconocer que cuando paso por la tienda de miniaturas del carrer del Pi en Barcelona, me paro para curiosear en la reproducción de esos interiores y no desisto hasta encontrar ese mini rollo de papel de váter. 

Charles Matton (Paris, 1931-2008) es un artista multidisciplinar en el sentido más preciso de la palabra: pintor, escultor, ilustrador, escritor, director de cine y artista visual. Cuando alguien es tantas cosas a la vez es de suponer que el resultado de su obra sea bastante inclasificable, y así es, Matton es conocido por sus reproducciones en miniatura de espacios reales o imaginarios.  La suya es una obra un tanto freaky que tal vez no triunfe excesivamente entre cierta crítica de arte, sus reproducciones de estudios de artistas, bibliotecas u hoteles producen de entrada asombro por su virtuosismo.

La necesidad de crear un microcosmos que contenga la esencia del saber, el arte o la cultura se desarrolló en el siglo XVII con los gabinetes de curiosidades. Podríamos tratar de considerar las pequeñas cajas-escultura de Matton, en un paralelismo con las obras de Joseph Cornell,  como una derivación de ese gusto por lo curioso, lo extraño, la reproducción del atelier de Lucian Freud como un gesto por captar la esencia no ya de la obra del artista sino de su mundo, su persona, un esfuerzo por atrapar en una caja la poética del espacio habitado.

Aún así no creo que sea posible disociar su trabajo en la escultura miniaturista con la de director de cine y la implícita voluntad de jugar y construir apariencias y ficciones. Con la magia de la luz, Matton recrea no ya el espacio sino la emoción que éste nos debe suscitar. En 1822 Daguerre triunfaba con el Diorama precisamente por esa capacidad de crear la ilusión de la realidad, las cajas-esculturas de Charles Matton recuperan esa primigenia e inocente emoción que provoca el conseguir reproducir un espacio, un objeto a través de la imagen y el volumen, y a fin de cuentas, en materia de arte ¿no es así como empezó todo?

Charles Matton: Enclosures en el espacio All Visual Arts de Londres del 8 de septiembre al 7 de octubre