Open Studio en la Accademia di Belle Arti de Brera

Existe una famosa foto de Lucio Fontana en la que el artista se alza en medio de las ruinas de un edificio bombardeado en el Milán de la posguerra. Finales de los cuarenta y principios de los cincuenta son unos años duros y fascinantes para la historia de la cultura y del arte de esta ciudad. Es precisamente la década de los cincuenta la que servirá de caldo de cultivo para la enorme experimentación que vivirá el arte italiano a partir de los sesenta. Lucio Fontana y Fausto Melotti acuden a las clases de escultura de la Accademia di Brera, la escuela de bellas artes nacida bajo los principios de la ilustración que se encuentra en el barrio del mismo nombre, Brera. Un barrio formado por pequeñas callejuelas habitadas por artesanos y obreros, plagado de viejas trattorias y bares que sirven de refugio a los múltiples inmigrantes que acuden a la ciudad en busca de mejor suerte. Pero la verdadera universidad en estos años de posguerra y posterior milagro económico no se encuentra en las aulas del edificio del siglo XVII sino unos metros más arriba, en el Bar Jamaica, auténtico punto de encuentro entre personajes de todas las disciplinas, un espacio transversal donde artistas, periodistas, escritores, músicos y gente del barrio se dan cita para ponerse al día de todo lo nuevo que acontece en Europa. Es aquí donde se encuentran Enrico Castellani y Piero Manzoni -quien tiene su estudio a pocos metros- junto con Fontana y demás artistas de la época, es aquí donde entre humo, alcohol y conversación se gesta la futura historia del arte italiano del siglo XX. 

Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Bar Jamaica. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Bar Jamaica. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte

El Bar Jamaica todavía existe, como también lo hace la Accademia di Brera, mientras una placa conmemorativa indica el que una vez fue estudio de Piero Manzoni, pero no hay artesanos, ni obreros ni viejas trattorias, Brera es un barrio de pijos que hacen brunch los domingos y muy pocos artistas emergentes pueden costear el precio de la vivienda. De todos los espacios que hicieron del barrio uno de los lugares más fascinantes de la ciudad de Milán, tal vez sea la Accademia di Brera la que mejor conserva su esencia. Este palacio del siglo XVII alberga en su interior una Pinacoteca extraordinaria, una biblioteca y la escuela de bellas artes, un espacio vivo como ya no lo es el pobre Jamaica. Las aulas se encuentran en el piso inferior del edificio, alrededor de un cortile presidido por una escultura de Napoleón trasvestido a la manera de Júpiter. Las universidades públicas italianas tienen un punto de abandono que les da una poética única, sólo apreciable si no se tiene que lidiar con ella como estudiante. En los pasillos de Brera, especialmente húmedos y oscuros en invierno, conviven los yesos decimonónicos del pasado escultórico italiano más glorioso, Hércules Farnese, el Fauno Barberini o los relieves de algún que otro Arco de triunfo romano conviven con las cacas de paloma y los tablones de anuncios de ofertas de alquiler de pisos para estudiantes. 

Barrio de Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Estudio de Piero Manzoni en el barrio de Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte

Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte

Con motivo de la última edición de MiArt, la feria de arte contemporáneo de la ciudad que se celebra cada año a finales de marzo, los estudiantes de la Accademia organizaron unas jornadas de aulas abiertas, una ocasión para mostrar los trabajos desarrollados durante el curso. Brera no es la Rijksakademie pero lo que hemos visto en ella rezuma una frescura y una espontaneidad que se echa de menos en los circuitos de exhibición al uso del endogámico mundo del arte. La frescura empieza por una organización no demasiado rígida, tampoco improvisada pero sí carente de un formato con vistas a resultados inmediatos, no se esperan galeristas ni curators de primera línea por lo tanto todo discurre en un ambiente DIY bastante acogedor. La capacidad de autoventa depende de cada alumno y de cada disciplina, no todas las salas tiene cartelas, algunas se ven más preparadas que otras pero el alumno está disponible a hablar no sólo de su obra sino también de la de su compañero. 

Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte

Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Luca Petti. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte

Pintura y escultura son las dos disciplinas que dividen la exposición. La primera ofrece trabajos menos interesantes, sólo llama la atención el aula en el que los artistas están manos a la obra trabajando cada uno a su rollo, no tanto por el trabajo que están realizando sino por el encanto que tiene ver el desparrame de pintura y pinceles. La sección de escultura eleva notablemente el nivel, no sé si es acertado hablar de escultura o bien de instalaciones, la división disciplinar ha quedado obsoleta. A falta de conocer más concretamente el trabajo de los artistas nos entretenemos buscando referencias, qué y a quienes miran los artistas que están buscando su propio lenguaje, es lo que ocurre frente a la escultura en madera y metal de Lorenzo Zuccato, mínima y frágil que nos recuerda a ciertos trabajos de Giuseppe Penone o bien el cemento destruido con restos de pigmento rojo de Riccardo d’Avola que nos trae a la memoria algunos trabajos de Lara Favaretto vistos en Frieze el año pasado.


Lorenzo Zuccato. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Tommaso Gatti. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Riccardo d'Avola. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Sophie Bourkab. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Sara Marioli. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte

La mayoría de los esculturas insisten en la pobreza de los materiales no en el sentido del arte povera, es decir con elementos provenientes de la naturaleza, sino más bien con materiales que podríamos encontrar en Leroy Merlin, este es el caso de la obra de Tommaso Gatti que utiliza pluribol y piezas de plástico o mallas de metal y carbón para crear imágenes antitéticas. Casi todas las obras tienen como punto en común que se desarrollan a ras de suelo  como la de Sara Marioli con una instalación a base de piezas de mármol, cera, piedra y yeso grabadas con letras árabes que dejan un mensaje fragmentado al rodar sobre la tierra, también destaca Sara Somaini que presenta una curiosa instalación con cerveza y fragmentos de mármol desenvueltos de su papel, nos olvidamos de la cerveza porque no entendemos su función y nos quedamos con la delicadeza que transmite el papel vegetal y el mármol. Y de vuelta al juego de las referencias encontramos un microcosmos a base de hormigas de la artista Andrea Forenza que inevitablemente nos recuerda a los ecosistemas de Pierre Huyghe mientras las baldosas de Sophie Bourkab podrían ser un feliz híbrido entre Carl André y Luciano Fabro.

Sara Somaini. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Andrea Forenza. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Erica Kimberly Lizzori. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Erica Kimberly Lizzori. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte
Erica Kimberly Lizzori. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte

Giovanna Caliari y Bros (Daniele Nicolosi). Erica Kimberly Lizzori. Accademia di Belle Arti di Brera. Milán, 2014. Foto: Camilayelarte

Más allá de la escultura en base al uso de los materiales hemos encontrado instalaciones donde el objeto y la palabra daban forma a la obra. Muy brossiana tanto por la forma como por el sentido del humor nos ha parecido la obra de Erica Kimberly Lizzori, lo suyo son los poemas visuales como el formado por el elefante atalante o el Picasso, sasso, materasso, por otro lado la artista también utiliza el collage y la apropiación de imágenes de las revistas o los cómics para construir diálogos e historias surrealistas e inverosímiles. Menos humorística y más conceptual es en cambio la obra de Giovanna Caliari que trabaja la fotografía desde elementos cotidianos para crear un equívoco y evocar lo extraordinario, por ejemplo los restos de té de una taza pueden parecer Marte mientras una escultura en forma de calavera no es otra cosa que un rollo de papel higiénico desdoblado.

Accademia di Belle Arti di Brera
Via Brera, 28
Milán, Italia

Más fotos de Open studio Brera en nuestra página de Facebook.




Camila y el Arte

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