En 1974 el libro publicado por Eduard Moreno y Manuel Vázquez
Montalbán, Barcelona ¿a dónde vas? recogía en su epílogo el siguiente fragmento
de la Hoja Informativa de la Asociación de Vecinos de 9 Barris:
A
los que sueñan sólo con la “Gran Barcelona” les decimos que así no la queremos
ya que para nosotros representa únicamente expropiaciones, aislamiento y
especulación del suelo, falta de los servicios más básicos como escuelas,
jardines, hospitales, centros culturales, sociales, etc.
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Aspecto actual de la Llibreria Canuda, cerrada en noviembre de 2013. En su lugar se abrirá una tienda MANGO. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte |
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Pastisseria La Colmena. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte |
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El Indio, a pocos días de su cierre. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte |
Cuarenta años más tarde este texto tiene más
vigencia que nunca, faltan eso sí, voces críticas como las de Manuel Vázquez Montalbán
o José María Huertas Clavería, figuras que amaban Barcelona, la conocían y
entendían como no la aman ni la entienden los responsables políticos que están
haciendo de Barcelona un producto en venta al mayor postor.
El anuncio del posible cierre del Colmado
Quilez, seguido al día siguiente por el de la pastelería Fargas, no es sólo el efecto
inevitable de la aplicación de la ley de arrendamientos urbanos sino la consecuencia
directa de un modo de hacer política basada en los principios del
neoliberalismo salvaje, así como de la ignorancia absoluta del significado de la
palabra patrimonio y de la extensión del concepto cultura.
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Cereria Subirà, la tienda más antigua de Barcelona, salvada por el momento por el Ajuntament. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte | | | | |
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Nueva tienda Geox en el espacio que antes ocupaba El Palacio del juguete. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte |
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La xurreria y la Llibreria Rodés en Banys Nous. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte |
A pesar de que nos adoctrinen para pensar en modo contrario no todo se puede valorar desde el punto de
vista de la rentabilidad económica, existe un patrimonio que es intangible y no
por ello menos valioso. Un Ayuntamiento que decide registrar el nombre de su ciudad como marca demuestra que entiende la vida que se desarrolla en sus
calles cual director de marketing, a quien poco le interesa la vida de las
personas que la habitan y mucho la imagen que ésta ofrece al posible capital
inversor extranjero.
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Stand de souvenirs en La Rambla. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte |
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Publicidad del nuevo producto turístico a base de jamón. Carrer Ferran. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte |
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Muñecos diabólicos travestidos del Barça en venta como souvenir en La Rambla. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte |
Si Barcelona es un producto y ya no una ciudad, deberían
sus políticos saber que las ventas de la Llibreria Canuda enriquecían Barcelona
infinitamente más que las insultantes paradas de souvenirs de La Rambla. La
Colmena, El Palacio del Juguete, La Cerería
Subirà, El Indio y todos los comercios históricos de la ciudad es lo que hacen
(o hacían) que Barcelona sea singular, son su identidad. Escudarse en la crisis
y en los resultados económicos del turismo salvaje que está destrozando el
paisaje urbano de Barcelona, es una falta de responsabilidad por parte de los
políticos, quienes deberían estudiar formas sostenibles de turismo partiendo de
la convicción de que una ciudad la hacen sus ciudadanos y no los rusos o los
qataríes.
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La antigua charcutería Guinart de la Boquería transformada en un bar More than Tapas. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte |
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Publicidad ambulante de tapas en el Carrer Princesa. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte |
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La antigua Llibreria Catalònia, convertida en un McDonalds que "homenajea" a Gaudí y Tàpies en su tremebundo diseño interior. Barcelona, 2014. Foto: Camilayelarte |
Quien tenga un mínimo de sensibilidad estética
se verá atacado por un violento espíritu destructor cada vez que pasea por
Barcelona y se topa con los carteles que anuncian “chuches de bellota”, o vea el
despliegue de color del dragón de Gaudí, la camiseta del Barça y los turrones Vicenç en
venta en La Rambla. Del Barcelona posa’t
guapa hemos pasado al Barcelona ven-te l’ànima. Que un mercado como el de La Boquería pierda su identidad
es un síntoma de que su razón de existir ya no es el de abastecer a las gentes
de su barrio, y perder un barrio es perder una parte del patrimonio de una
ciudad, su tejido social y cultural.
Más fotos de comercios históricos de Barcelona en nuestra página de
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¡Qué vergüenza! Muy bueno este post, enhorabuena.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con el post. Contudente y preciso. Afortunadamente hay colectivos como
ResponderEliminarBICICLOT y LA CIUTAT INVISIBLE que organizan salidas por la ciudad, para explicarla a los "ojos" de Huertas Clavería.
Felicidades.
Muy bueno. En efecto, no se cuenta con los ciudanos, su bienestar ni su opinión. El tema de las "marcas" es una hipocresía para vender cualquier cosa a cualquier precio
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