George Segal, Street Crossing, 1992, Foto: The George and Helen Segal Foundation. Juan Muñoz, Many Times, 1999. Foto: Jean Luc Lacroix, © The Estate of Juan Muñoz. |
George Segal (1924-2000) mostró en los años
sesenta que el realismo escultórico podía ser tan espiritual como la abstracción; Juan Muñoz (1953-2001) demostró en los noventa que la escultura figurativa podía ser tan
conceptual como la minimalista.
En
ambos artistas hallamos la capacidad de integrar la
narración como parte del lenguaje escultórico; en Segal a través de la
recreación de los lugares comunes, los espacios donde se desarrolla la
vida
ordinaria, así la ciudad y el trabajo son el escenario donde se sitúan
los personajes de sus esculturas. En Muñoz en cambio, la narración
aparece en la construcción de un
lenguaje de emociones, donde la escultura genera un espacio a la vez
real e
imaginario. Los personajes de uno y otro artista, individuos
ensimismados en los gestos
cotidianos del trabajo o enfrascados en conversaciones y carcajadas
compartidas, se encuentran en realidad cubiertos por una especie de
silencio infinito, revelando que el suyo no es un
realismo formal sino un realismo mágico en el que no sólo existe el
espacio físico que ocupan sino otro que apunta a la soledad y a la
incomunicación. Segal y Muñoz nos ofrecen momentos detenidos en el
espacio y en el tiempo, una abstracción de las relaciones entre los
seres humanos y entre el ser humano y el mundo.
Todos nacemos originales y morimos copias
Carl Gustav Jung
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