Eugenio Merino en su taller. Foto: Pedro Temboury via El País |
Manifiesto en apoyo a Eugenio Merino y a favor de la libertad de expresión
En los últimos meses, tanto la sociedad española como la
comunidad artística internacional asisten atónitas al proceso judicial
que la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) ha iniciado contra el
artista Eugenio Merino. Dicha Fundación, entre cuyos objetivos se
encuentra “difundir el conocimiento de la figura de Francisco Franco en
sus dimensiones humana, política y militar, así como de los logros y
realizaciones llevadas a cabo por su Régimen”, reclama 18.000 euros de
indemnización por daños al honor del dictador al tiempo que tacha el
trabajo de Merino de “bodrio artístico”.
La FNFF calificó la obra de Merino Always Franco expuesta en
la pasada edición de ARCO, como una “ofensa, que caricaturiza al
anterior Jefe del estado y que constituye una provocación en toda
regla”. Este proceso nos sugiere una doble lectura: por una parte,
resulta llamativo que la Fundación que guarda el “legado” de un dictador
—que persiguió con dureza el ejercicio de las libertades y a quien
pueden atribuirse las penurias vividas por cientos de miles de exiliados
y represaliados— pretenda poner obstáculos a la libertad de expresión
que salvaguarda la legislación, máxime cuando la propia existencia de
esta organización, su sistemática apología del nefasto legado fascista y
las ayudas públicas con que financia sus actividades no dejan de
resultar sonrojantes en una sociedad que se dice defensora de las
libertades.
En segundo lugar, parece impropio de una Fundación de estas
características erigirse en juez de una manifestación artística cuando
la única aportación estética del Régimen que reivindican fue la
destrucción de toda cultura crítica al grito de “muera la
intelectualidad traidora”. Da la impresión de que estos tristes
acontecimientos sólo pueden suceder en un país como España, incapaz de
evaluar con distancia las funestas consecuencias de la dictadura militar
que controló el país durante 40 años. Resulta difícil imaginar una
fundación Adolf Hitler que persiguiese en Alemania la obra de Gerhard
Richter o Maurizzio Cattelan por criticar el nazismo.
Por ello, los abajo firmantes queremos expresar nuestro más firme
apoyo a Eugenio Merino, nuestra voluntad de defender la libertad de
expresión —en el campo del arte y en cualquier ámbito de la vida social—
ante los embates del totalitarismo, así como nuestro más profundo
rechazo a los ataques contra las libertades, orquestados por aquellos
que hoy representan los valores más abyectos de la historia reciente de
España.
Ante el silencio cómplice de la prensa generalista, empeñada en
mantener el silencio amnésico con que la transición coartó cualquier
intento de pensar críticamente el pasado franquista, queremos denunciar
esta perversa artimaña de los herederos del pensamiento franquista e
instamos a la sociedad a defender y expandir las libertades civiles.
27 de enero de 2013.
www.artistasantifascistas.org
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