Un viaje de sólo ida, sin retorno ni Ítaca a la que llegar después de la larga travesía, a esta postura vital hace referencia
El viaje vertical, título prestado de la novela de Enrique Vila-Matas que resume la vida y la obra de
Luis Claramunt (Barcelona, 1951-Zarautz, 2000), pintor poco conocido que el
MACBA recupera en esta retrospectiva como
parte del proyecto de explicar la historia de nuestro arte más reciente no desde un discurso construido por sustituciones estéticas sino a través de miradas y proyectos personales.
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Luis Claramunt, El viatge vertical, 2012. MACBA. Foto: Camilayelarte |
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Luis Claramunt, El viatge vertical, 2012. MACBA. Foto: Camilayelarte |
La suya, la de Claramunt, es una trayectoria conscientemente construida desde los márgenes, fuera de las tendencias que por generación y lugar de nacimiento le hubiese tocado seguir. Para mí, esta ha sido una exposición de descubrimiento, no sólo de la obra de un artista del que desconocía casi todo, sino también de un modo de comprender y vivir Barcelona. El viaje vertical de Claramunt comienza en esta ciudad para después seguir hacia Sevilla, Marrakech y Madrid, pero
la Barcelona de la que habla es aquella que la política del Barcelona posa't guapa se esforzó por cancelar. A los que nacimos en los ochenta nos cuesta reconocer la ciudad pre-olímpica, y sobretodo ese barrio chino de figuras marginales, gitanos y flamenco del que Claramunt sintió fascinación y sentimiento de pertenencia hasta el punto de abandonar su origen catalano-burgués por el
underground de la calle Escudellers. Paralelo a este giro vital,
en lo artístico la obra de Claramunt toma sus referentes fuera de las dos principales tradiciones artísticas catalanas, el informalismo y el arte conceptual. Muy lejos de ello, en las obras expuestas en el MACBA reconocemos la influencia de
figuras como Isidre Nonell, Ignacio Zuluoga o José Gutierrez Solana.
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Luis Claramunt, El viatge vertical, 2012. MACBA. Foto: Camilayelarte |
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Luis Claramunt, El viatge vertical, 2012. MACBA. Foto: Camilayelarte |
La trayectoria pictórica de Luis Claramunt comienza desde un
expresionismo que se desprende paulatinamente de la mancha y la materia avanzando hacia lo formal y pictórico para finalmente desnudar la pintura y llegar a sus elementos más esenciales, el trazo y el dibujo. La exposición abre y cierra su discurso desde la importancia de éste último dentro del proceso de trabajo del artista. Una serie de dibujos no pensados en su origen para ser expuestos se presentan como herramienta de interpretación de su relación con el mundo, con un lenguaje formal a primera vista abstracto es posible reconocer en él algunas figuras recurrentes de su imaginario como las navajas o las guillotinas.
El dibujo funciona en la obra de Claramunt como una suerte de escritura automática fruto de su deambular por las ciudades a modo de flanêur de los bajos fondos o bien como resultado de las lecturas de autores como Conrad, Camus o Stevenson, influencia directa de su particular universo.
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Luis Claramunt, Bestiar brau, 1988. Foto: Camilayelarte |
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Luis Claramunt, Sin título (de la serie La Muela de oro), 1991. Foto: Camilayelarte
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Luis Claramunt, Sin título (de la serie La Muela de oro), 1991. Foto: Camilayelarte |
De esta importancia de la ciudad y la literatura en su obra nos hablan las series de fotografías que recogen su deambular por el barrio chino, el puerto de Barcelona o el Bilbao industrial. Es en la secuencia de estas imágenes donde mejor se entiende aquello que interesaba a Claramunt,
la poética de lo marginal y suburbano como residuo de una forma de estar y ser en el mundo que no tenía lugar y cabida dentro del sistema social y artístico de la época, una marginalidad voluntaria dentro de la práctica artística que se ejemplifica en los libros autoeditados a base de fotocopias que huían de cualquier valor mercantil.
La suya es una pintura asimbólica, 100% urbana, como él solía decir, ligada
aún en sus expresiones más abstractas a una realidad, ya sea la de Barcelona, Madrid, Sevilla o Marrakech, que sirve como elemento de construcción de la estructura formal de sus obras. La exposición no limita su espacio a las salas del MACBA sino que se alarga en una colaboración con el MNAC, donde una serie de dibujos de Nonell dialogan con los del propio Luis Claramunt, dos anacronismos de sus respectivas épocas mano a mano como propuesta del presente.
Luis Claramunt, El viaje vertical.
MACBA, del 13 de julio al 21 de octubre de 2012
Plaça del Àngels, Barcelona
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