De entre las infinitas formas que hay de construir un discurso expositivo, ser capaz de hacer dialogar las obras entre sí es una de las más agradecidas para con el público.
Relats encadenats en el
Centre d'Art La Panera nos ofrece no sólo la oportunidad de
aprender a leer las obras en un juego de relaciones entre ellas, sino también a conocer el trabajo de aquellos artistas que en los últimos quince años han dado forma al panorama del arte en Cataluña y en el resto del Estado.
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Jordi Colomer, Nou com a casa, 1992, Foto: Camilayelarte |
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MP&MP Rosado, Sin título V, 2004. Foto: Camilayelarte |
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Francisco Ruiz de Infante, Texto a barrer de uno mismo, 2001-2002. Foto: Camilayelarte |
A partir del fondo de la Colección La Panera, la comisaria y directora del centro, Glòria Picazo ha seleccionado una serie de trabajos capaces de hilvanar mediante vínculos formales y conceptuales una narración entorno a aquellas cuestiones sobre las que gira la creación contemporánea.
En la exposición se da un hilo conductor que une las obras entre sí y que de forma muy sutil se va transformando a través del micro relato de cada una de ellas. De la presencia del cuerpo, la construcción de la identidad a la conciencia del Yo, se emprende un camino por la fragilidad y desmaterialización de dicha conciencia y presencia hasta llegar a su absoluta disolución.
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Eulàlia Valldosera, Hamaca, 1991. Foto: Camilayelarte |
Dicho camino se construye por etapas que nos llevan
de lo absurdo y surreal como en la instalación de
MP & MP Rosado,
al silencio hermético de la instalación de
Jordi Colomer, unas esculturas de naturaleza arquitectónica construidas con elementos pobres como el cartón cuya presencia formal es imponente. El
Yo del artista adopta distintas formas, como la presencia enclaustrada en la instalación de
Francisco Ruiz de Infante hasta el más universal y mortal
Yo de la videoinstalación de Antoni Abad.
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Cabello/Carceller, Utopía: ida y vuelta, 2002. Foto: Camilayelarte |
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Antoni Abad, Ego, 1999. Foto: Camilayelarte |
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Ignasi Aballí, Pell, 1995, Foto: Camilayelarte |
En un
paso sumamente poético hacia la disolución de este Yo se halla la
Hamaca de
Eulàlia Valldosera, un objeto que elude la presencia física del cuerpo humano para construir otro a través de un sinuoso contorno de luces y sombras. La fragilidad no es sólo corpórea sino identitaria como en la instalación
Utopía; ida y vuelta de Cabello/Carceller. La exposición,
el relato, concluye con la desmaterialización de otro cuerpo, esta vez el de la pintura, bajo
La Pell de
Ignasi Aballí, en una doble versión del aniquilamiento de la ilusión pictórica.
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