Entrevista a Elvire Bonduelle

"Me gusta la idea de que una obra de arte sea importante pero que te puedas sentar sobre ella"

Queda poco más de dos semana para disfrutar de Pour faire joli la exposición de Elvire Bonduelle (Paris, 1981) en la Galería Sabrina Amrani de Madrid. El pasado 21 de Septiembre, Elvire  nos sorprendió con la distribución de El mejor País, una edición de sólo buenas noticias del famoso diario, toda una declaración de intenciones ante tanta crisis y depresión informativa. Su obra y su forma de entender el arte nos acercan a un nueva forma de relacionarnos con el mundo y aquello que lo rodea.

En tu obra y en particular en la exposición Pour Faire joli reivindicas un concepto, lo bonito, nada frecuente en los habitualmente complejos discursos entorno al arte contemporáneo. ¿Crees que es un modo de situar el arte en la esfera de la vida cotidiana de las personas?
No reivindico lo hermoso sino lo bonito. En el arte contemporáneo lo bonito, lo decorativo es tabú, como si algo bonito no pudiera ser interesante y profundo, salvo que sea grandioso, pero eso no me interesa. Quiero hacer un arte a escala humana, no algo delante de lo cual haya que arrodillarse y rezar sino obras que nos hablen de cerca y que llenen un espacio con fuerza y discreción. También me interesa lo decorativo, el ornamento, que está muy presente alrededor nuestro. Las fachadas de los edificios, el mobiliario urbano, las tiendas... Hay elementos en todas partes para hacer bonito ("pour faire joli") y siempre son muy significativos. Nos envían informaciones más o menos subliminales y más o menos deseadas. No son solo para hacer bonito, es decir para decorar, de vez en cuando están hechos para manipularnos. Me gusta utilizar ese poder y deseo de manipulación: mis obras tienen que influir en lo cotidiano.

Performance de "El Mejor País" en Madrid. Foto: elvirebonduelle
Muchas de tus instalaciones hacen referencia al espacio doméstico y dan la sensación de comodidad y cercanía en cambio con El mejor País te apropias del espacio público ¿Qué diferencias hay entre el uso de uno u otro espacio?
Leer el periódico es una actividad muy personal, casi íntima. tengo una relación solitaria y dolorosa con las noticias, y propongo una contralectura. Con la performance en la calle (la distribución de ese periódico de buenas noticias) no me apropio del espacio público, me dirijo a un público más amplio que el que frecuenta los espacios de arte. Esa voluntad de dirigirme al gran público es una constante de mi trabajo. Como con lo bonito, es una posición frente a la idea de lo que no es oscuro y complejo no puede ser muy interesante ni profundo. Lo que me interesa, en el fondo, es dirigirme directamente a las personas, estén donde estén. Evito las referencias a a historia de arte y utilizo un vocabulario formal y universal. Con la pareja de sillones "Have a bite" y "Rest in Peace" me posiciono en un doble campo; el cubo puede evocar el arte minimal de Donald Judd, su blandura y su color amarillo con el mordisco recuerdan a un pedazo de queso de dibujos animados. Evocan la idea de sentarse en la boca del lobo, una cierta gula feroz, algo más cómico que serio.

Vista de la exposición "Pour faire joli" en la Galeria Sabrina Amrani, 2011. Foto: elvirebonduelle.com

Pareces establecer una especie de relación mágica y simbólica con los objetos que nos rodean, algunas de tus obras se mueven de forma ambigua entre su naturaleza funcional y decorativa ¿Hasta qué punto es importante esa funcionalidad?
He crecido con la idea de que el arte a veces es hermoso pero sobretodo inútil y yo misma pensaba que los artistas compartían cosas muy oscuras. Decidí entonces ser artista, con la idea de hacer cosas útiles y positivas, preferí la ligereza a la pesadez. El respeto que se nos enseña a tener a las obras de arte es inhibitorio, pero con los objetos cotidianos tenemos todos los derechos. Comencé entonces a hacer objetos a la vez obra de arte y objeto funcional.  De esa manera entraba en el día a día de la gente y podía proponerles cambiar sus costumbres, mirar con nuevos ojos lo que nos rodea. Los objetos tienen un poder sobre nosotros, no mágico, pero están siempre ahí, influyen en nuestras vidas. En mis obras lo más importante no es su calidad funcional. Son instrumentos de propaganda y siendo yo quien dicta la felicidad. Proponen otra manera de ver las cosas, una relación con el mundo que invita a la reflexión. Para mí las sillas son un elemento perfecto de adaptación entre nosotros y el mundo. Me gusta la idea de que una obra de arte sea importante, pero que te puedas sentar sobre ella, es decir, romper las reglas y sentarte encima.

Elvire Bonduelle, Salle d'attente, 2009. Foto: elvirebonduelle.com

A menudo ciertos artistas reivindican con su obra la voluntad de cambiar el mundo, a mí me parece que tú pretendes hacerlo más confortable. ¿En qué sentido puede esto considerarse una forma de amoldarse a la realidad?
Sí, existe una relación muy fuerte entre lo cómodo y lo conforme en mi trabajo. Todos aspiramos a estar cómodos y de ese deseo nace un cierto conformismo que puede convertir la vida en un algo aburrido. Los moldes nos permiten sentirnos mejor pero hace falta romper muchos. No sólo los de la educación sino también los que construimos poco a poco, los modelos que seguimos. No soy revolucionaria y tampoco quiero cambiar el mundo. Mi trabajo no trata de utopías sino sencillamente de la búsqueda de la felicidad. Me interesan más las representaciones de la felicidad en el día a día (un pic-nic) por ejemplo que en la ficción. Más que cambiar el mundo, intento cambiar nuestra relación con éste, y ya es mucho.

Detrás de ese estilo tan ingenuo y dulce de tus obras y canciones como Adieu a Dieu se esconden frases del tipo: Comment veux-tu que j'te crois, J'ai trouvé des vérités Beacoup plus approppiées a la triste realité Que tus nous as fabriquée donde se vislumbra la ironía más que la inocencia que impregna tus obras. ¿Este aspirar a lo bonito y a la felicidad es fruto del desencanto más que de un optimismo naïf?
Esa pregunta es un poco como "¿La gallina o el huevo?". Empecé de manera inocente, mi primer trabajo eran instrumentos para la felicidad presentados en un vídeo tipo teletienda (un secador de lágrimas, un anti-ojeras...) Era tan sincera en mi propósito que cuando lo enseñé por primera vez me sorprendí de ver que todo el mundo se reía con ello. Eran sólo símbolos de ese deseo de ser feliz. Finalmente empecé a reírme también de ello, como si frente a nuestra pequeñez no hubiera otro remedio que reír. Conservo esa inocencia y mucho idealismo, pero con más reflexión, es un combate que nutre mi obra y mi persona.

Elvire Bonduelle, Life is a piece of cake-pic-nic boxes, 2008, Galeria Sabrina Amrani. Foto: elvirebonduelle.com
¿Crees que la crítica de arte tiende a alejar en lugar de aproximar el arte a las personas, que en realidad la creación artística es algo mucho más fácil y espontáneo que lo que plantea esta entrevista?
No, pienso que la crítica es buena y aproxima a las personas al arte dando pistas de interpretación. Sin ser necesaria es interesante. Me molesta que se asocie la ironía a mi trabajo, no es exactamente eso. Tampoco se trata de humor negro. Mi manera de ver las cosas lleva a este tipo de interpretación, a mi pesar. La ironía no es parte del proceso de trabajo, sólo del resultado, a veces la gente se confunde, es importante dejar las cosas en su sitio. A pesar del desencanto que se desprende de mi trabajo, propongo una mirada tierna sobre nuestras pequeñas vidas hechas de grandes esperanzas.

Pour faire joli, Galeria Sabrina Amrani, Madrid, hasta el 5 de Noviembre de 2011.

Camila y el Arte

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Instagram