Francesc Català-Roca en La Pedrera

 Al hacer una fotografía tenemos tantas posibilidades, puntos de vista y situaciones, 
que el mero hecho de escoger es una creación

Francesc Català-Roca

Ayer por la noche después de visitar la exposición que la Obra Social de CatalunyaCaixa le dedica a Francesc Català-Roca en La Pedrera me puse a ver Bienvenido Mr. Marshall de Luis García Berlanga. No ha sido hasta hoy mismo, en el momento de ponerme a escribir este post, que lo que ayer me pareció pura coincidencia ahora recobra un nuevo sentido. 

Francesc Català-Roca, Señoritas, 1953. Foto: El País

Francesc Català-Roca, Limpiabotas en la Gran Via, 1954. Foto: El País

Estoy convencida que mi subconsciente, sugestionado por las fantásticas fotografías de un tiempo ya perdido, que con la distancia histórica y artística pierden esa posible crítica política y social de una época a la que nuestros padres nos han enseñado a considerar gris,  buscó el equivalente cinematográfico al neorrealismo fotográfico de Francesc Català-Roca y de ahí me fui a parar a Berlanga y a ese pueblo, Villar del Río, que bien podría ser cualquiera de los fotografiados y presentes en la exposición.

Francesc Català-Roca, Madrinas de corrida, Carrascosa del Campo, 1954. Foto: Archivos fotográficos de Cataluña
 
Francesc Català-Roca, Luis Miguel Dominguín, Carrascosa del Campo, 1954. Foto: El País

Es curioso y muy interesante que precisamente en Barcelona estén coincidiendo tres exposiciones simultáneas de tres grandes fotógrafos: Joan Colom, del que hablé la semana pasada, Francesc Català-Roca y Brangulí en el CCCB que de momento tengo pendiente. Corresponden a tres momentos históricos distintos, si bien Colom y Català-Roca coinciden a finales de los cincuenta y principios de los sesenta. Los tres muestran como la fotografía no es sólo documento histórico sino un acto de creación artística.

Francesc Català-Roca, Fiesta con la família de La Chunga, 1955 Foto: Archivos fotográficos de Cataluña

Las fotografías de Català-Roca rescatan un momento de historia, pero de una historia que no se explica a través de grandilocuentes actos, sino por el gesto cotidiano y por el uso de la luz, por imágenes que no necesitan pie de foto puesto que se explican así mismas.  Lo que realmente cuenta es el pueblo y sus gentes, lo mismo que en la película de Berlanga, son las personas, la sociedad, la que logra explicar lo que un día fuimos.


Francesc Català-Roca, Carbonerillo, Vejer de la Frontera, 1959. Foto: Archivos fotográficos de Cataluña

No creo que exista ningún arte capaz de superar la inmediatez con la que la fotografía es capaz de expresar no ya un sentimiento o una situación, sino todo un mundo. Ver las imágenes de los pueblos de España, como por ejemplo la del niño Carbonero que parece sacado de un cuadro de Murillo, te enseña a comprender mucho más allá del placer estético que pueda suponer. Francesc Català-Roca supo captar como nadie aquellos instantes de lo cotidiano que con el paso del tiempo se convierten en la memoria histórica de un pueblo.

Català-Roca, Sala de exposiciones CX La Pedrera, hasta el 25 de septiembre de 2011. Barcelona.

Camila y el Arte

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