Rirkrit Tiravanija: exquisitamente indefinible

 El arte se aproxima mucho a la idea o al ideal 
 de conseguir un espacio para debatir sobre la libertad

Rirkrit Tiravanija

Continuando con mi crónica de Art Basel 2011, hoy hablaré del proyecto que la  100 Tonson Gallery presentó en la edición de este año. Durante los cinco días que duró la feria, el stand de la galería neoyorquina acogió una instalación, happening, performance (ya empiezo con los problemas de definición) del artista Rirkrit Tiravanija.  

Vista del stand de la 100 Tonson Gallery en Art Basel el sábado 18 de junio 2011. Foto: Camilayelarte

Antes de asistir y experimentar de forma directa una obra suya, sabía de él que es probablemente la cabeza más visible de lo que se llama "estética relacional", en sus happenings la obra de arte es intangible, no se basa en lo que se exhibe sino en aquello que surge al propiciar la interrelación de gente en un lugar determinado. Las barreras entre lo público y lo privado, la obra de arte, el espacio y el público quedan totalmente disueltas y transformadas en un estado de fluidez total.

En primer término la galerista con el Ipad desde donde nos enseñaban las imágenes de la evolución del stand.
Foto: Camilayelarte
Para entender tal planteamiento creo que es necesario hablar un poco de la vida del artista, puesto que su forma de entender el arte va ligada a aquélla. Tiravanija nació en Buenos Aires y creció en Thailandia,  Etiopía y Canadá y se formó en Chicago y Nueva York. Es un espíritu nómada capaz de recorrer toda España en bicicleta. Lo suyo es disolver fronteras y en el campo del arte esto se traduce en eliminar las categorías convencionales que definen qué es arte y qué no. Tiravanija crea espacios de interacción basados en actos tan cotidianos, humanos y placenteros como es el Comer.

detalle del mural de la revolución árabe. Foto: Camilayelarte
Como soy una chica "de vida" como se dice en Cataluña, la única cosa que me autoimpuse en mi visita a Basel fue experimentar de primera mano dicha "estética relacional" y de paso catar la cocina Thai de Rirkrit Tiravanija. No hizo falta echar mano del plano, os aseguro que encontré el stand guiándome por  el olor  a gloria bendita que echaban las cazuelas del stand. 
Al llegar puntual a la cita (se acaba cuando ya no hay más comida que servir) encontré un grupo de chicos jóvenes pintando un mural  (el que quería podía hacerlo!) que hacía referencia a las revoluciones del mundo árabe. El primer día de feria las paredes del stand estaban en blanco así que lo que ví fue el resultado de los días anteriores: el proceso por encima de la obra acabada (cosa rara en un feria, donde a lo que se va es a vender, valiente galería). 

Voluntario dibujando el mural. Foto: Camilayelarte

Foto: Camilayelarte
Un chico, que no era Tiravanija, era el encargado de las cazuelas que hacían chup, chup. Mientras, la galerista, con un estiloso vestido negro y subida a unos fantásticos Jimmy Choo daba explicaciones a los interesados y nos enseñaba la evolución del stand a lo largo de los días. Al cabo de un rato largo, durante el cual dio tiempo a que llegara más gente con las tripas dispuestas al arte relacional, llegó el artista, se acuclilló ante las cazuelas, las cató como buen chef que sabe reconocer si lo que han hecho sus pupilos está bien y dió el OK. El primero en comer fue él, le sirvieron un arroz con curry Thai, receta que estaba relacionada con el tema del mural, la revolución. A continuación se sirvió a la gente que estábamos esperando, pero si llegaba un VIP, la galerista le daba preferencia (al fin y al cabo es una feria), también había cervezas pero creo que estaban reservadas para los amigos. Ahí me decepcionó un poco lo de "relacional". 

Rirkrit Tiravanija catando el arroz con curry. Foto: Camilayelarte

Rirkrit con su asistente atendiendo las cazuelas. Foto: Camilayelarte
Yo, que sufro de timidez patológica, me comí en silencio, al lado de Rirkrit eso sí, mi ración de arroz, no me relacioné pero paré la oreja a lo que comentaba con la señora de al lado, mucho más echá pa'lante que yo. Dijo que al principio en sus happenings tomaba fotografías para dejar constancia del evento pero que ya no era necesario puesto que el público hacía ese trabajo por él. Y nada, comimos tan ricamante un grupo de desconocidos alrededor de un artista conocido.

Vista del stand a la hora de comer. Foto: Camilayelarte

Vista del sand a la hora de comer. Foto: Camilayelarte
Debo reconocer que en algún momento dudé de la efectividad de la "estética relacional" pero después de digerir y de reflexionar acerca de una instalación, happening, de estas características en  un contexto tan absolutamente comercial como es una feria, llegué a la conclusión de que "aquello" vivido, entre esa gente y ese mural in progress que me estaba hablando de un momento tan plenamente actual, del aquí y el ahora, fuese lo que fuese, había sido hermoso compartirlo. 

Rirkrit Tiravanija comiendo.  Foto: Camilayelarte

Foto: Camilayelarte

Foto: Camilayelarte

Lo mejor: La comida, sin duda riquísima.  El saber situar una obra indefinible y en cierto modo intagible en un contexto de venta material del arte.

Lo peor: La preferencia de la galerista hacia los amigos, posibles coleccionistas, le quitaba poesía y encanto al asunto.

Camila y el Arte

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